Todo viaje empieza en una cosa
¿Recuerdas la última vez que una sensación te trajo la memoria de un viaje?
Una imaginería, en la que alguno de tus sentidos fue cautivo por el color de una fruta o la textura de una pared vieja. Quizá una pieza de tela que ondeaba en una tienda. El aroma a café recién preparado o una bolsita de té que va a la basura. En la utilería de la vida, persisten las sensaciones, como colgadas con etiquetas, hechas a mano y amarraditas con pedacitos de hilo. Ellas disparan el regreso de esas cosas que nunca mueren.
Los viajes son personales. No inician con una mochila ni cuando compras un tiquete de avión o el pasaje de bus para ir a otra ciudad o país.
Nunca inició un viaje cerrando los ojos y apareciendo en la torre Eiffel de inmediato. Aún no existe ese tipo de transporte. Aunque los efectos de las redes sociales, nos digan lo contrario.
Las paradisíacas islas recargadas de filtros en Instagram, no tienen la respuesta, porque ellas son lo que muchas veces buscamos para rellenar el álbum (feed que llamamos ahora) etiquetar y devolvernos a casa, felices porque todos nuestros amigos, saben que estuvimos allí.
Finas cadenas de memorias, despiertan por sensaciones sencillas de lo cotidiano. El día a día, se acumula y va fabricando en el corazón, deseos profundos y ansias de libertad, pegadas con helado de chocolate (o del sabor que quieras). Sensaciones, tuvieron que recorrer todo ese camino, ahí dentro de ti, para construir el deseo.
Son cosas también, los acontecimientos de la vida. Eventos fortuitos, una pérdida emocional o un reencuentro, con alguien, con algo, contigo.
¿Ya encontraste esa cosa? ese algo o el por nada, para provocar en ti un nuevo viaje?
Prefiero responder, si me devuelves la pregunta, con este blog, que llenaré de rutas y relatos. Aquí encontrarás cosas de viaje. Hablaré de viajes y cosas que se conectan. Verás videos, conocerás personajes del camino; retratos, lugares para descansar o agitar el corazón. Recomendaciones, algunas comidas nuevas y bebidas. Destinos, que no son destino per se, sino el resultado del contínuo movimiento. Como dice el poeta Drexler:
“Somos una especie en viaje, no tenemos pertenencias, sino equipaje.”